"LA ODISEA" Y MUSEO DE ARTE COSTARRICENSE

16.05.2011 00:00

Este año, junto al gobierno estudiantil, se planificó el paseo anual de Ciudad de los Niños como gira recreativa y cultural. Resultó toda una "odisea" movilizar a casi quinientas personas (estudiantes, profesorado y personal administrativo) a la capital en diez autobuses para disfrutar tres destinos -teatro, museo y Estadio Nacional- en una sola salida.

El lunes 16 de mayo de 2011 brilló el sol con especial intensidad, una tregua a las lluvias de días recientes que marcaron el inicio del invierno tropical de Costa Rica y una ocasión magnífica para disfrutar la salida cultural de los estudiantes de Ciudad de los Niños al área de la Sabana, conocida como el pulmón verde de la capital por alojar el extenso Parque Metropolitano del mismo nombre.

Se contrataron 10 autobuses para trasladar a los trescientos setenta muchachos de Ciudad de los Niños, organizados según grado de colegio (de 7º a 12º) y acompañados de sus respectivos profesores, dones y doñas de albergues y residencias, voluntarios Joaquina y Andrés, así como la directora del colegio, doña Alejandra, quienes estuvieron pendientes en todo momento de la logística y de la buena marcha de la organización.

A las 7:30 am partimos puntualmente hacia el Teatro Arnoldo Herrera –tercero más grande del país ubicado en el Conservatorio de Castella- para asistir a la representación de La Odisea, de Homero, a cargo de la agrupación “Moderno Teatro de Muñecos de Costa Rica”. La original puesta en escena, basada en el teatro de sombras y muñecos, sedujo desde el primer momento al auditorio por su exquisita calidad y por su habilidad de recrear un clásico universal de forma tan atractiva y dinámica.   

Tanto para los adultos acompañantes como para los estudiantes (especialmente para los de 10º, que en ese grado cuentan con La Odisea como lectura obligatoria) la obra fue un auténtico descubrimiento –¡incluso entre los que ya conocían su argumento!-, un mérito extraordinario de su director, guionista y escenógrafo Juan Fernando Cerdas Albertazzi, que supo transmitir fidedignamente la atmósfera de la historia cuyo mensaje sigue vigente en cualquier latitud veintiocho siglos después de haber sido escrita en los asentamientos de Grecia en la costa oeste del Asia Menor: he ahí la grandeza de la literatura como vehículo de emociones humanas capaz de traspasar tiempo y espacio con idéntica facilidad.

Confortados por el encuentro entre Penélope y Odiseo (Ulises en latín) tras múltiples vicisitudes, abandonamos el teatro rumbo al Estadio Nacional de Costa Rica, uno de los más modernos y con mayor tecnología de Centroamérica y el Caribe que fue solemnemente inaugurado por la Presidenta de la República, Laura Chinchilla, el pasado 26 de marzo. Si bien no pudimos ingresar en su interior, admiramos desde fuera la belleza y la enormidad del que ya es conocido entre los costarricenses como “La joya” y “El Coloso de la Sabana”.

El parque de La Sabana, que con sus 72 hectáreas es el parque principal de San José y del país, fue el escenario ideal para disfrutar el almuerzo que las cocineras de Ciudad de los Niños nos prepararon para la ocasión, un delicioso arroz con carne acompañado de patatas chips y refresco. Allí pudimos reponer fuerzas disfrutando de los espacios verdes, lagos y árboles enormes que abundan por la zona.

Como colofón de la salida cultural, nos encaminamos hacia el Museo de Arte Costarricense (MAC), un edificio de estilo neocolonial de finales de los años treinta del siglo pasado que fue sede del primer aeropuerto internacional de Costa Rica y que alberga la mayor colección de arte estatal del país –sus obras datan desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la actualidad- con un patrimonio artístico integrado por más de 6.400 piezas.

El Salón Dorado llamó especialmente la atención de los estudiantes por sintetizar, en un área de 150 metros cuadrados, la historia en mural  de Costa Rica desde la época precolombina hasta la década de 1940, una obra de arte realizada por el escultor y orfebre francés Luis Féron Parizot. El Jardín de las Esculturas, a la entrada del museo, sirvió de improvisado escenario para plasmar el talento pictórico de todo aquel que se animara a realizar algún dibujo en tiza sobre el pavimento, una iniciativa del Área de Educación del MAC para estimular la creatividad de los jóvenes. Así, dejamos constancia de nuestro paso con espadas artúricas clavadas en rocas, gigantescos retratos de estilo manga, barcos que emulaban las naves de Odiseo e incluso representaciones abstractas de los más imaginativos.

Concluida la visita, regresamos a Ciudad de los Niños con el teatro, la naturaleza y el arte en el corazón, satisfechos por haber accedido a lo que ennoblece al ser humano y, sobre todo, por haberlo compartido entre amigos atesorando esos buenos recuerdos que siempre nos unirán.